Se trata de ofrecer al niño un cesto con elementos de la vida cotidiana, de diferentes materiales, con el objetivo de que el niño explore, manipule y descubra los distintos atributos de los objetos.
Es un juego vivo, abierto y libre. Cada niño utiliza los objetos a su manera, los agita, los golpea, se los lleva a la boca, intenta unirlos… jugando a su ritmo y reforzando así su confianza, iniciativa y autoestima. Al mismo tiempo, mejora su coordinación oculo-manual, su motricidad y su capacidad de lógica y concentración.